Cada hombre, según
una leyenda antigua, nace en el mundo con dos bolsos colgados de su cuello, uno
delante y otro en la espalda. El bolso que lleva delante va lleno de faltas y
defectos de los demás, y el bolso que lleva detrás, aún más grande si cabe, lo
lleva lleno de sus propias faltas y defectos. Esto explica que el ser humano
sea
veloz a la hora de ver los defectos ajenos, y muy lento para ver los suyos.
veloz a la hora de ver los defectos ajenos, y muy lento para ver los suyos.
Caminaba una chica
por su barrio, cuando adivinó a lo lejos a una amiga que venía hacia ella.
Apresurada y coqueta, empezó a acicalarse la ropa y a prepararse para el
encuentro.
La amiga,
desafiada en su orgullo, comenzó a realizar los mismos actos, como si las dos
fueran reflejos encontrados.
Una vez cara a
cara, la primera le dijo a la segunda con un tono de voz tremendamente elevado:
-- Jo Vane estás to
estupenda. Siempre tan guapa y tan a la moda--, riéndose y acompañando el gesto
con tres palmadas.
La segunda, que
iba desaliñada, en chándal y con tacones, intuyendo el tono sarcástico de la
primera, acertó a decir con retintín:
-- Tú si que siempre
vas to mona, con tus leggins push up que realzan tu culo, tu buen tipo, tus
gafas retro último modelo, tus zapatos con peep-toe, ese manchurrón blanco en
el pelo…
Contrariada por la
respuesta, la aprendiza de Nicky Hilton, acordándose del buen rato que acababa
de hacer pasar al hijo de su jefe debajo de su escritorio, se tocó el mechón de
líquido pringoso que pendía de sus cabellos cual estalactita del placer.
Despavorida y
roja, salió corriendo como alma que lleva el diablo.
Antes de ver y
juzgar los defectos de los demás, primero veamos y juzguemos nuestros propios
defectos.
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