sábado, 28 de abril de 2012

El rey león


En un reino muy lejano, muy lejano… existía un rey muy querido, muy querido. Sus súbditos le tenían mucho aprecio, bueno todos menos un grupo de nostálgicos de tiempos pasados, que le insultaban y le proponían que dejara el trono. Otros pocos tampoco le querían, pues añoraban un reino dividido en pequeños señoríos feudales.

Todo en palacio era felicidad. Una prole de niños, producto de
relaciones entre princesas, duques, príncipes, infantas y jugadores de torneos y justas, corrían por los jardines. El rey presumía de ser un rey justo y ejemplar con sus plebeyos. Y sus acciones conocidas así lo demostraban.

Pero llegó una época negra. A su alrededor todo se transformaba en desdichas. Un pariente cercano, presuntamente se apoderó de las rentas feudales que debía de entregar como tributo. Otro señor feudal, emparentado también con la familia real, practicando con su hijo el tiro de ballesta, hirió al niño, teniéndole que sacar la punta del dardo de un pie.

Al pueblo no le gustaban todos estos líos. Por otro lado, el hambre, la pobreza y la enfermedad, se habían instalado en cada casa del reino. El rey, ajeno a los problemas que iban creciendo, acertó a reunir a un grupo de fieles y sin reparar en gastos, organizó una cacería de leones. Viajaron día y noche hasta encontrar un lugar idílico, donde los leones realizaban las tareas propias de leones. Nadie sabía que el rey se encontraba en aquel paraíso.

La mala fortuna resolvió que el rey fuera atacado por uno de aquellos felinos. Herido, tuvo que volver, descubriéndose gracias a un trovador de uno de los grupos críticos con su reinado, que mientras el pueblo sufría, el rey disfrutaba de unas jornadas de asueto, placer y dispendio. Su popularidad calló y el rey tuvo que pedir perdón.

No te vanaglories de tus virtudes si tus hechos demuestran lo contrario.

1 comentario:

  1. Esto es un plagio como una casa...
    ¡A la SGAE que vas!

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