Cierto
empresario sin escrúpulos, propietario de una constructora en fuerte
declive, llevó a trabajar a una obra a
infinidad de inmigrantes sin papeles, con un sueldo ínfimo y en condiciones
laborales precarias.
Mientras
hacía el amor con su secretaria, aumentando las protuberancias de la testuz de
su mujer, se fijó en un negro o persona de color, que estaba
subido en un andamio sin el arnés de seguridad.
subido en un andamio sin el arnés de seguridad.
Extrañado,
apartó a su concubina dejándola una vez más insatisfecha, y pensando que el
color del negro o afro-americano, provenía de sus largas temporadas en Marina
d’Or tostándose al sol.
Maldiciendo
dijo - éste se va a enterar, vienen aquí a quitar el trabajo a los españoles y
encima tienen ese color, por Jiménez Losantos que esto lo arreglo yo -
Subiéndose a
su flamante Mercedes de nuevo rico paleto, metió al negro o moreno a empellones
dentro del coche.
Una vez en
su chalet de La Moraleja (no confundir con la última frase de esta fábula),
probó todas las jabonadas posibles, intentó toda clase de trucos para
blanquearlo… Fairy, Mister Proper, ahora se llama Don Limpio, Lejía Conejo…
Pero de
ninguna manera pudo cambiar su color y terminó mandando al negro o persona de
color al hospital Gregorio Marañón, con fuertes quemaduras de tercer
grado, produciéndole dermatitis,
reacción alérgica, toxicosis sistémica, edema y exudación de líquidos en el espacio
extracelular, según el parte médico que el portavoz del SAMUR ofreció en
televisión.
Lo que la naturaleza
crea, se mantiene firme.
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