En plena campaña
electoral, los candidatos a presidente exhibían en sus mítines sus mejores
armas de convicción.
Los naranjas
prometían mejoras sociales, mayores prestaciones a las amas de casa, jubilación
anticipada a los cincuenta años remunerada al cien por cien, Lacasitos gratis
en las guarderías, tres días de vacaciones a la semana…
Por el contrario, los
azules llenaban sus
intervenciones con promesas económicas, reduciendo los beneficios de los más desfavorecidos.
intervenciones con promesas económicas, reduciendo los beneficios de los más desfavorecidos.
Pedían subidas en el
precio del transporte público, control del déficit nacional, aumento de los
impuestos directos e indirectos, mejoras en el transporte privado de los altos
cargos de la administración, y sobre todo algo que enfurecía a mucha gente, la
disminución drástica del consumo de Lacasitos en las guarderías.
Todas las encuestas,
tanto del INE (Instituto Nacional de Equivocación) como de CIS (Centro de
Invenciones Sociológicas), daban como claro ganador al representante de los
naranjas.
La última noche
previa a la elección, el candidato azul realizó una intervención en televisión
que resultó definitiva.
Subiéndose encima de
la mesa del plató, comenzó a realizar un desnudo en directo ante los atónitos
ojos de los demás contertulios.
Bailó tan bien, que
ganándose la simpatía de los espectadores, fue elegido presidente.
Celoso el candidato
naranja por no haber sido él elegido, invitó al nuevo presidente a una velada
en un lúgubre garito en las afueras de la ciudad.
El flamante
presidente acudió a la cita alagado por la invitación del ahora representante
de la oposición. Entró en el sombrío antro, donde le esperaba una amable
señorita que le hizo pasar a una habitación.
La amable señorita se
lanzó sobre él con sus pechos amenazantes, y quitándose toda la ropa, le cubrió
de orgasmos. Unos destellos potentes pero cortos alumbraron la estancia.
Entonces, el
representante de los naranjas con cámara de fotos en mano, a quien el nuevo
presidente acusaba de tenderle aquella trampa, repuso:
- ¡Eres muy tonto,
presidente, y encima pretendes gobernar a todos los ciudadanos!
Nunca realices
nada, si antes no has reflexionado sobre sus posibles consecuencias.
Interesante moraleja...Será cuestión de reflexionar detenidamente.
ResponderEliminarReflexionemos entonces
ResponderEliminarEn eso estaba, en la reflexión, hasta que un viejo amigo pronunció las palabras mágicas Carpe Diem. A partir de ahí se jodió la reflexión!!
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