En una aldea diminuta, perdida y
alejada de todo mundanal ruido, se sentaban un anciano y su nieto mayor a la puerta de su casa. En aquel lugar diminuto, perdido y alejado era muy
difícil cruzarse con algún foráneo durante la jornada. Su casa estaba en el
medio del cruce de dos carreteras, una hacia la ciudad y otra hacia un pueblo
vecino.
El hombre mayor no hacía nada, su mente
perdida la tenía ocupada pensando en tiempos pasados. Tiempos en los que el ir
y venir de los vecinos era frenético. Tiempos de una única radio compartida, de
una única tienda que vendía todo, de los niños y los no tan niños compartiendo
una única aula, las cartas, la iglesia, las tierras...
A partir de los 60 el
pueblo empezó a despoblarse. Ahora eran muy pocos.
Ya no había ruido, ya no había
risas.
Aquella mañana vieron venir un
coche. El vehículo se fue acercando hasta ellos. Cuando estuvo a su altura la
ventanilla bajó. La cara de un hombre pálido y nervioso apareció.
"Por favor, vengo huyendo de un lugar donde las
personas son malas y desagradables. ¿Podrían indicarme un pueblo o ciudad donde
las personas sean buenas y atentas?".
El anciano contestó sin levantar
la mirada
"Tome cualquier carretera, hacia la ciudad o hacia
el pueblo".
El conductor subió la ventanilla
y atribulado, se dirigió a la ciudad. No pasaron más de veinte minutos cuando
otro coche se paró delante de la pareja.Hoy era un día de frenético tráfico.
"Buenos días, de donde vengo las personas son zafias
e impertinentes. Me tratan muy mal. Busco un lugar en el que las personas sean educadas
y consideradas".
El anciano contestó sin levantar la
mirada
"Tome cualquier carretera, hacia la ciudad o hacia
el pueblo".
El conductor se dirigió hacia el
pueblo. El nieto consternado por la misma respuesta de su abuelo a los dos
viajantes le preguntó:
"¿Por qué das la misma respuesta a dos preguntas
diferentes?".
El abuelo respondió mirándole a
los ojos
"No te preocupes por cómo te trata la gente,
preocúpate de cómo la tratas tú. Ellos se comportarán de igual manera contigo".
Una sonrisa conduce a otra sonrisa
Una sonrisa conduce a otra sonrisa
Sabio consejo.
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