Había un chulo con su traje de chulo, sus botas de
chulo y sus andares de chulo.
La verdad que todo en él era chulo. Paseaba su
chulería por la playa como si le fuera la vida en ello.
La chupa de chulo le quedaba chula. Chuleaba a
todas horas. Con cierta chufla, se choteaba de todo el mundo.
Sólo tenía un defecto, chinchaba demasiado a la chusma.
La chusma chusmeaba cuando le veía